Kitero y su familia habían acampado justo al lado del pueblo, rodeados por largas antorchas clavadas al suelo que iluminaban la zona. La noche era silenciosa y se oía el tranquilizador ruido del río. Estaban cenando alrededor de una hoguera con marmita que habían improvisado, hablaban y reían, cuando alguien se acercó…

    ―Buenas noches ―dijo Alamar.

    ―Buenas noches, Alamar ―contestaron casi todos.

    ―Pasaba por aquí haciendo mi ronda y me dije,¡voy acercarme a ver qué tal están!

    ―Pues cenando algo de estofado. ¿Quieres un poco? ―contestó Kitero.

    ―Bueno, de acuerdo ― se sentó al lado de Kitero y de un joven de mediana edad, observó que no estaba la chica pelirroja. Le pasaron un cuenco con estofado y comió, sabía algo pasado.

    ―¡Está muy rico! ―respondió mientras tragaba rápido.

    ―¿Y qué nos cuentas de tí?, muchacho

    ―Pues no mucho, como veis soy explorador de Tarán. ¡De los mejores de la zona!, ultima…

    En ese instante apareció la chica pelirroja con un holgado faldón negro y estrecha cintura, dejándose entrever algo sus pequeños pechos. Salía de una tienda improvisada, se acercó a la hoguera y sentándose con los suyos permaneció callada, hasta que se refirió a su madre.

    ―Madre , ya están los pequeños dormidos ―indicó mirando a Akilda.

    ―Muy bien Laina. No sé si conoces al joven que nos trajo aquí, Alamar ―dijo Akilda.

    Alamar se levantó de golpe y se acercó a la joven Nezarin. No sabía si darle la mano o dos besos, se puso tan nervioso que solo levantó la mano en plan de saludo y entonces se quedó más sonrojado de lo normal.

    ―Bueno, tengo que seguir la ronda, encantado de conocerlos ― se arrascó la cabeza casi trastabillando al recular ―¡ Muy rico el estofado !, estaría encantado de comerlo otro día.

    Se dió la vuelta y se fue en dirección oeste unos pasos, giró, miró a la familia de Kitero y expresó de manera confundida.

    ―Es por aquí ―se encaminó al este, hasta perderse en el bosque al lado del río.

    Kitero y su familia se quedaron perplejos.

    ―¡Ni que se le hubiera metido en los pantalones una víbora trenzada! ―todos rieron con el comentario del padre. Laina sonrió y observó el pequeño bosque donde se había metido Alamar.

 

    En el sombrío y sosegado bosque solo se oía el murmullo de un enamorado.

    ― ¡Idiota, idiota! ―se repetía el hermano de Erum una y otra vez, contra el duro tronco del predominante olmo.

 

 

 

    Mientras tanto en el interior del pueblo un Nezarin tenía planes que no podían esperar..

 

 

 

La noche seguía cerrada en Taran, cuando la puerta de la taberna del Cerdo Enjaulado se abrió lo más silenciosamente posible. Una figura salió de la morada con alguna especie de bolsa en la espalda. Se fue internando en las callejuelas de Taran por las zonas menos iluminadas y con acogida de las sombras;  de repente notó la presencia de alguien siguiéndolo, justo cuando estaba a punto de salir del pueblo. La segunda figura se colocó y el perseguidor le dijo al perseguido, agarrándole el hombro..

    ― ¿Se puede saber dónde vas, viejo? ―preguntó Rusk.

    Offa se dió la vuelta sorprendido y contestó ―. ¡Ehh! Pueeess, ¡a por hongos! eso, voy a por hongos para mis ungüentos ― se quedó mirando preocupadamente a Rusk.

    ― ¿Qué clase de hongos?

    ― ¡Madriguera!, hongos madriguera para el nuevo licor que estoy haciendo, se me ha acabado y voy a por más.

    ― ¿Y por qué no vas por el día a cogerlos? Ahora será muy difíciles de encontrar en la noche, ¿no crees?

    ―Pues, porque.., ¡humm! Ahora están más frescos y… ¡Bueno, basta ya! ¿Qué pasa con tanta pregunta?

    Rusk oteó a Offa , este muy nervioso, sonrió, y le expresó con normalidad..

    ―A mí no me la das viejo, tú no has salido a por hongos. ¿Por qué tanto interés en que se quedara Nezreth en tu casa?  pregunté, ¿y si fuera verdad lo que dice ese loco de tez roja? ¡Querías averiguarlo por tu cuenta! ¿verdad?

    Offa se mordió el labio y le respondió de manera desbocada.

    ― ¡Pues si! ¡Quiero saber si dice la verdad! Es muy extraño que un tipo como él aparezca de repente y encima haciendo, lo que hizo esta tarde. Muy extraño todo, así que… ―Offa se dió la vuelta y antes de que pudiera andar un paso más le sujeto Rusk.

    ―No puedo dejar que vayas a Roca de plata tú solo.

    Offa se dió la vuelta lentamente, le miró algo desconcertado y expresó..

    ― Rusk, necesito saberlo. ¡Por mí! ¡Por mi padre!, déjame ir.

    Rusk le negó con la cabeza al viejo. Offa cabizbajo dió un paso al pueblo, cuando le paró Rusk con la mano. Offa levanto la cabeza algo sorprendido y Rusk le dijo con tono serio..

    ―No puedo dejar que vayas a Roca de plata tu solo. ¡Así que iré contigo! ―le exclamó el cazador.

    Offa abrió los ojos consternado y dos figuras en la noche se dirigieron a la montaña para encontrar respuestas, unas respuestas que pronto obtendrían.

    Offa y Rusk avanzaron en dirección a la montaña, con paso ligero y sin pausa, dejando atrás el dormido pueblo. Entre maleza y terreno llano se movían evitando las zonas más patrulladas. Eran de los mejores que se conocían la zona, aun así, temían el ataque de los lobos. Offa sacó unos cuantos Alarmantes de una bolsa que tenía en el cinto y se los ofreció a Rusk, este los cogió y los dos se los restregaron por la ropa. El olor para ellos era muy desagradable, pero pensaron que para los lobos sería peor, ya que los olerían a leguas y no los atacarían. A mitad de la noche llegaron a la ladera de la montaña cerca de la mina, donde extraían la plata y la Levanita, entonces dijo Rusk..

    ―Creo que lo mejor sería ir por el camino del este, al lado de la mina y ... ―le interrumpió Offa.

    ― ¡No!, tardaremos mucho por ahí. Sígueme ―Offa se aventuró sin dilación al oeste.

    Rusk le miró y exclamó.

    ― ¡Offa, dónde vas! ¡Viejo loco! ― este le siguió. Offa se encaminó por un lateral muy rocoso hasta llegar a un muro de zarzas bastante frondoso, Rusk se paró a su lado y le expreso de manera contundente.

    ― ¿Y ahora qué?

    Offa no dijo nada y saco de su mochila una manta de grueso cuero, bastante grande para cubrir a dos individuos. Abrió parte de la manta y le exclamó a Rusk de una forma repentina.

    ― ¡Rápido, metete conmigo! ―Rusk le miro indeciso, con duda de lo que quería hacer el viejo. Offa le miro y le dijo.

    ― ¡Pero date prisa! ―Rusk resopló y se metió con Offa en la manta.

Empezaron a introducirse en las zarzas, Rusk se percató que había hecho dos agujeros en la manta para poder ver por donde iba. El grosor de la manta les protegió de terribles arañazos, aunque en los pies se llevaron alguno, entonces Rusk menciono a Offa.

    ― ¿Sabes dónde vamos?

    Offa no dijo nada.

    ― ¡Offa!¿ Me estás escuchando? ¡Esto es de locos!

    ― ¡Cállate y deja que me concentre! ¡Estás haciendo que pierda la cuenta!

    Siguieron unos pasos de frente, otros a la derecha, chocando alguna vez con alguna piedra o pedregoso muro. Durante un buen rato caminaron ascendentemente, con las zarzas ya casi sin verse y cuando Rusk estaba a punto de pararse, cayeron los dos hacia delante. Se quitaron la manta y se encontraban una pequeña cueva iluminada por la tenue luz de la luna que pasaba por un agujero en el techo. Algunas vasijas y botellas se encontraban en el lugar, aparte de algún abalorio.

    <<Seguramente licor del viejo>> pensó Rusk.

    Dejaron la manta a un lado con otro montón de ellas que pasó Offa en algún momento, cogieron pieles menos rígidas, pero gruesas y más cómodas para no helarse en el ascenso. Offa se acercó a una escalera improvisada que había desde el agujero hasta ellos e indicó.

    ―Por aquí.

    Subieron uno a uno , por el peso y llegaron arriba. El agujero por el que habían trepado no estaba a la vista de muchos. Al terminar de ascender el viento les acaricio la cara y miraron hacia abajo, Rusk se dio cuenta de que atajaron un buen trecho por el camino tomado. Observó a Offa y le contestó.

    ― ¡Estás más loco de lo que creía! pero no volveré a desconfiar de tí, viejo ―Rusk le puso la mano en el hombro y Offa le contestó igual.

    ―Sigamos, todavía nos queda un largo trecho hasta la cumbre ―indicó Offa.

 

    Y allí, en la montaña de Yegodal, dos hijos de Taran subieron por la ladera de Roca de Plata, con la certera idea de encontrar en la cima lo tan esperado o quizás una muerte súbita.

 

 

 

 

 

 

 

 

    Imri esperó a que su hermano Emaol durmiera; se levantó silenciosamente y cogió una vela que estaba apoyada en su mesita. La madera del suelo crujió con la primera pisada, Imri se puso en tensión, miró a su hermano y vió que seguía dormido, siguió avanzando hasta llegar a una ventana, encendió la vela con un yesquero, la puso frente a la ventana y la tapo con la mano una vez, luego la destapo y así tres veces consecutivas. Apartó la vela de la ventana, oteo por esta como esperando algo y en un lado del bosque que rodeaba el huerto, vio una luz apagarse y encenderse tres veces como había hecho él. Entonces se acercó a una silla donde tenía algo de ropa y salió lo más sigilosamente posible de la habitación, sin percatarse que su hermano tenía los ojos abiertos. Este se levantó y se dirigió a la ventana, observo a través de ella y al rato vio a su hermano medio vestido acercándose al bosque donde había una figura esperándolo, viendo cómo se abrazaban. Emaol meneo la cabeza, apagó la vela que tenía a su lado y se acostó.

    Imri y Kina se encontraban tumbados en la fina hierba al otro lado del bosque observando el cielo cubierto.Solo unos destellos de estrellas se veían alguna vez y la gran silueta de la luna adornaba el cielo perdiendo parte de su esplendor por culpa de La bruma. Kina una joven de piel pálida y rojiza, pelo largo castaño y constitución delgada, le preguntó a Imri.

    ― ¿Tú crees que alguna vez estará despejado el cielo?

    ―No sé, siempre lo he visto así ―respondió Imri.

    ―Me encantaría ver el cielo estrellado con la luna en el centro, sin ninguna nube ―dijo Kina ― a veces cierro los ojos y me lo imagino cómo tiene que ser. ¡Venga ciérralos! ―Kina los cerros.

    Con un poco de desinterés Imri cerró los ojos y preguntó..

    ―Bueno, ¿Ahora qué?

    ―Imagínate las estrellas luminosas, centelleantes y otorgando a los que las ven tranquilidad, y esa inmensa luna pura como la plata, esa enorme luna ―dijo Kina con sensualidad ―. ¿Y tú que ves Imri?

    ―Yo veo, yo veo. ¡A un lobo sediento de sangre que se lanza sobre ti! ―respondió Imri mientras se lanzaba sobre Kina.

    ―¡Que tonto eres, quítate! ―ella hizo ademan de quitarle sin éxito y Imri la intentó besar sin éxito también. Se miraron a los ojos muy melosamente e Imri comentó..

    ―Kina, no puedo ver estrellas ni luna, porque tú siempre estarás delante de ellas.

    Los dos amantes se tuvieron esa noche el uno al otro.

    A Imri le dió tiempo a despedirse de su Kina al amanecer, mientras corría a su casa para que no lo extrañaran. Entro en la casa, pasó por el comedor y cuando iba a subir las escaleras escuchó a Tania y a Emaol hablar mientras bajaban,  le dió tiempo a sentarse en la silla del centro del salón.

    ―Buenos días Imri ,  ¿Que pronto te has levantado? ― le preguntó Tania 

    ―Buenos días, pues estoy repleto de fuerza esta mañana ― dijo Imri, mientras pensaba lo cansado que estaba de no haber dormido.

    ―Buenos Imri, ¿Que tal has dormido? ―le preguntó Emaol.

    Este puso cara de extrañado..

    ―Pues bien, ¿Por qué lo preguntas?

    ―No, por nada es que le decía a Tania que hoy el cobertizo de los cerdos te tocaba limpiarlo a tí ― dijo Emaol.

    ― ¿Y eso por qué? ― dijo enojado Imri.

    Emaol se sentó enfrente de él y le comentó..

    ―Sí, recuerda que lo hablamos anoche. ¡A la luz de las velas!. Hizo el gesto de tapar las velas varias veces e Imri se percató que le había visto.

    ―Pues sí, hoy me toca a mí recoger mierda de cerdo ―expresó Imri con los ojos muy abiertos.

    ―Me encanta que te lo tomes así Imri ―indico Tania mientras servía el desayuno.

    Emaol sonrió de oreja a oreja, mientras Imri miraba a su hermano y entre dientes le agregaba..

    ―Ya me las pagaras.

 

 

 

 

 

 

    Con el amanecer en la espalda, siguieron escabrosos senderos que solo unos pocos conocían. Escalaron zonas inaccesibles por la abrupta montaña, angosto y empinado fue el ascenso, pero al final llegaron a la cima de Roca de plata. Exhaustos se sentaron en la loma de la cumbre, allí el viento era más helado y tuvieron que moverse rápido, aunque las fuerzas flaqueaban. Era la primera vez que estaban en la cúspide de la montaña y observaban atónitos el cielo, allí la niebla era de una densidad más leve, se veía mejor el firmamento y las vistas al territorio eran sublimes, entonces indicó Rusk.

    ―Eres más duro de lo que pensaba Offa, creía que no llegarías hasta aquí.

    ― Muchacho, todavía te puedo enseñar muchos trucos ―señalándolo con el dedo       ―Bueno, lo primero es buscar algún cobijo, sino nos helaremos.

    Se pusieron a buscar alguna cueva en ese lado de la cima sin éxito por el momento, cuando Rusk exclamó..

    ― ¡La verdad , es que no sé qué hacemos aquí!¿tú crees que encontraremos algo?       Solo porque haya aparecido un Nezarin alto como una montaña, más rojo que la sangre, que no le afectan las quemaduras, ¡y encima diciendo que aquí hay un dios en forma de llama! Tenemos que ir a comprobarlo a ver si es verdad, ¡esto es de locos!         Tú qué dices viejo, ¿nos volvemos?

    Offa miró a Rusk y le contestó..

    ― No he subido aquí por todo lo que me has dicho, he subido para saber la verdad.     Yo ví verdad en sus palabras. ¡Si quieres bajarte ya sabes el camino de vuelta!

    Rusk observó algo enojado a Offa y siguieron buscando, cuando...

    ― ¡Offa!

    Offa observó a Rusk y descubrió que estaba contemplando un lateral de la pared de piedra de la cima, donde descubrieron un hueco que no se podía ver de frente. El viejo sacó una antorcha y un yesquero de su mochila, prendiendole fuego. Fue el primero en entrar.

    Era el pasadizo por el que subió Nezreth, ahora descendente para Offa y Rusk.             Avanzaron unos pasos hasta que vieron luz al final del túnel. Salieron a la caverna circular donde se encontraban la enorme llama suspendida en el aire, allí , el frío menguo bastante. Boquiabiertos , se quedaron algunos pasos delante de la llama.             Offa dobló las rodillas y empezó a reír de alegría delante de flamígera forma, Rusk le miró y puso una leve sonrisa, entonces Offa se levantó y se adelantó un poco hacia la llama. El calor se hizo intenso para él y tuvo que retirarse, entonces pregunto ante la duda.

    ― ¿Qué eres? ¿Eres un dios?

    Mientras tanto Rusk exploraba la caverna, descubriendo que la única salida era por donde habían entrado y se preguntó..

    << ¿Realmente Nezreth vendría de la llama?>>

    Pasó un tiempo y la llama permanecía muda ante las preguntas de Offa.

    ― ¿Qué quieres que hagamos?, ¡Contesta! ― se volvio a arrodillar ― Nezreth nos dijo que viniéramos a verte, yo le creí. Así que aquí estamos.

    El silencio es lo único que escuchó el viejo, ignorándolo. Rusk se acercó a Offa, lo levantó y le dijo..

    ―Quizás no quiera nada de nosotros.

    Offa le miro con pena, aquello les pareció una burla, al juicio de los dos Nezarins.       Se dieron la vuelta para irse, cuando Offa se paró y expresó con tenacidad.

    ―¡No!, ¡No! ― Offa se volvió, con la atenta mirada de Rusk sobre él.

    ―No he venido hasta aquí para que no me respondas. ¡No quiero que me ignores, me da igual que seas un dios y que me fulmines con tus llamas, no temo a la muerte!, pero lo que no voy a permitir es irme sin respuestas. ¿Me oyes? ¡¡Háblame!!

    Se hizo el silencio durante un instante y la llama se tornó azul de repente. Durante un momento se originó un grito desgarrador en la caverna que provenía de todos lados, teniéndose que tapar Rusk y Offa los oídos. Algo salió del inmenso fuego cayendo al suelo envuelto en una nube de vapor, entonces la llama recobro su color inicial, aunque algo más pequeña. Los dos miraron lo que parecía ser una figura, se acercaron y recibieron la esperada respuesta.

    ― ¡Creo que sí que quiere que hagamos algo! ― Rusk miró a Offa, que estaba casi en éxtasis observando lo acontecido.

Comprendieron lo que tenían que hacer.

 

 

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