DESCUBRIENDO LA VERDAD

   Maeco y Rusk salieron de la posada con rostro consternado y confundido, cuando este último le exclamó a Maeco.

   ― ¡Tú has visto lo mismo que yo! ¿ Cómo es posible? ¡ Explícamelo !

   ― Pues no puedo explicártelo, no sé qué decir, lo único que importa es que Ramios está bien, solo eso.

   Rusk abrió los ojos anonadado por lo que decía su amigo de caza. Él estaba seguro del extraño suceso que había pasado en la taberna del viejo Offa.

   ― Acabo de ver cómo Nezreth a sujetado un hierro ardiendo, ¡y ni siquiera le ha dejado marcas de quemadura! No me vengas con que Ramios está bien, ese Nezarin de ahí dentro no es normal ―Rusk se movía de un lado a otro desconcertado.

   ― ¿ Qué quieres que te diga, que no es normal lo que ha pasado ? ¡Pues sí, no es normal! ¿ Que viene de la cumbre de Roca de plata y que ha nacido de una llama ? ¡Que dice que esta es un dios!, tampoco es normal, que más quieres que te diga ―Este se puso un poco a la defensiva intentando asimilar lo ocurrido.

Entonces dijo Rusk mirando fijamente a Maeco.

   ― Sólo digo que quizás no esté tan loco, como creíamos, que a lo mejor es verdad lo que ha dicho.

   En ese instante Nezreth les habló desde la puerta de la entrada de la posada de Offa, este también a su lado.

   ―Tranquilos no os culpo por no creerme, la verdad es que yo tampoco creería a un extraño que ha venido al pueblo hace una noche y relata tales habladurías ― les había escuchado parte de lo que habían comentado Maeco y Rusk. ― Os repito lo que os dije antes, id a la cima y comprobarlo vosotros mismos.

   Maeco y Rusk se quedaron boquiabiertos, sin saber qué decir, en ese instante aparecieron varios Nezarins por una calle en dirección a ellos, en los que iban amigos de Ramios incluyendo la cónyuge de este, Macara.

   ― ¿Dónde está, dónde? ― dijo alterada.

   ― Ramios está bien Macara, está en la casa de Offa ― expresó Maeco.

   Todos los compañeros de Ramios entraron a ver qué tal estaba, sollozos y algún grito se escuchó dentro de la taberna y al rato salió el malherido apoyándose en algunos.

   ― ¡Gracias, gracias a todos! Vamos cariño, vámonos a casa ― expresó Macara a todos antes de alejarse. Ramios giró lo que pudo la cabeza para ver a Nezreth por última vez, aquel día fue muy intenso para el recolector.

   ― Esto se va extender por todo Taran,  ¿sabes? ― expresó Rusk mirando a Ramios.    Maeco se quedó en silencio.

   Se quedaron callados los cuatro, cuando Maeco indicó.

   ― Bueno, parece que va atardecer, así que será mejor que volvamos todos a casa, ha sido un día muy ajetreado.

   Nezreth agrego a ese comentario.

   ― ¿A casa? Te refieres a esa choza donde casi no entro.

   ― Por ahora es lo que te podemos ofrecer, entiende que eres nuevo aquí, no creo…

   ― ¡Yo! ―exclamó Offa interrumpiendo a Maeco.

   Todos le miraron sorprendidos por la repentina euforia del viejo.

   ― Quiero decir que se quede conmigo aquí, en mi posada; es grande y tengo varias habitaciones, me hará compañía.  ¿ Vamos si queréis ?

   Rusk y Maeco se miraron. Maeco dubitativo no supo que responder.

   ― No sé...

  ― ¡Venga! ¿ No seréis tan crueles de meterle en esa maldita casa desvencijada?  ― dijo Offa.

   ― ¿ Estás seguro, Offa ?

   ― ¡Sí, seguro!

   ― ¿Y tú Nezreth?

   ― Mejor que el otro sitio, seguro ―expresó Nezreth.

   ― Bien pues decidido, te quedas con Offa.

   Maeco no se lo pensó dos veces, se dió la vuelta y se alejó de allí, Rusk le siguió y un poco más adelante le dijo de una forma agitada.

   ― ¿Te has vuelto loco?  ¡ Has dejado a Nezreth con Offa en su casa! ¡Le podría descuartizar con las manos!

   Maeco no manifestó acción alguna ante lo dicho por Rusk y siguió andando. Rusk se giró y miró por última vez a Nezreth y a Offa metiéndose en la posada y pensó...

   << ¿Por qué el viejo quería que el gigante rojo se quedara con él?>>

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tania Ilirian, de unos treinta años, pelo corto y negro, de una piel rosada muy pálida, de constitución dura y mirada decidida con extraña belleza amazónica, trabajaba con arduo esfuerzo en su huerto, rodeado de una empalizada y un pequeño bosque alrededor, ayudada por sus dos hermanos, Imri y Emaol, de veinticuatro y veinte años, altos como su hermana, ambos de pelo corto y físico delgado, aunque Imri algo más fuerte, de mentón más ancho y aspecto más curtido, de piel algo más oscura que su hermana. Tuvieron que apoyarse los unos a los otros desde que fallecieron sus progenitores hace catorce años, claro está que Tania tuvo que hacer de padre y madre para con sus hermanos. El campo de cultivo de estaba situado en el lado este de su casa a las afueras de Issurk, ciudad al suroeste de Taran. Trabajaban duro todos los días para poder sobrevivir y les reconfortaba el hacerlo juntos.

Con la tarde ya vencida dejaron de trabajar satisfechos con el día de hoy y se internaron en la cabaña donde moraban para cenar y descansar.

La vivienda era grande, con un salón y una pequeña cocina en otro habitáculo adyacente. Tenían una pequeña chimenea en el lado este del salón y las paredes estaban adornadas con utensilios de cocina y labriego, lo único que desentonaba con la estancia era una espada del padre de su padre de cuando sirvió en las Legiones rojas, con la insignia de ésta en el pomo; situada en un pequeño poyete encima de la chimenea. Unas escaleras de caracol conducían a un segundo piso en donde tenían dos habitaciones, una para Tania y otra para los dos hermanos. La casa estaba bien construida con base de piedra y terminada en madera, era un confortable hogar para los tres.

Se sentaron en una mesa situada en el centro del comedor y cenaron, cuando Imri inicio conversación.

   ― La verdad, ¿ sabéis que este año está siendo bastante buena nuestra cosecha ?, creo que sacaremos bastantes monedas de plata.

   ― Sí, las lluvias han acompañado y la cosecha ha sido buena, aunque estas ya no se presentan mucho. incluso si sobra había pensado ir a Tarán a terminar de vender el sobrante ―afirmó Tania.

   Los dos la miraron impacientes ante esa noticia, nunca habían salido de Issurk y sus alrededores. Ella observó la cara de fascinación ante la noticia dada y exclamó.

   ― ¡No os hagáis ilusiones!, iré sola y así tardare menos en volver con la plata que consiga.

  ― Pero es que nos gustaría ir contigo, ¡Venga hermana! ―dijo Emaol, mientras asentía Imri repetitivamente con la cabeza.

   ― ¡Vamos a ver! Tardaré solo cuatro o cinco días en ir y volver sola, más lo que tarde en comerciar, si voy con vosotros me retrasareis u os podéis perder, además me han dicho que hay muchos lobos por esa zona. Debéis estar aquí para proteger la casa y el huerto, incluso puede que venga algún recaudador de Cyrgul y ya sabéis que últimamente se están llevando cada vez más ―murmuró entre dientes Tania ―. ¡Esos cerdos!

   ― ¡Lobos! ―dijeron los dos a la vez mientras se les iluminaban los ojos por tal mención.

   ― Pues mejor nos lo pones, cogeré la espada y te protegeremos en el viaje ―señalando a está el más joven de ellos.

   ― ¡He dicho que nó! ― frunció el ceño Tania ― y se acabó la conversación ―hubo un silencio prolongado, mientras que los hermanos siguieron comiendo cabizbajos, cuando Tania resopló y agregó.

   ― Bueno , os traeré algo bonito de Levanita para que no os sintáis tan afligidos.

   Los dos hermanos miraron y sonrieron a su hermana, continuando con la cena.           Atesorando aquellos momentos de felicidad ignorantes de los acontecimientos de los próximos días.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   Alamar y su hermano llegaron a Tarán casi al anochecer, con la pequeña caravana. Las antorchas iluminaban ya parte del pueblo y el exterior de éste, también para espantar a los lobos. Varios exploradores les saludaron al verlos siguiendo con su ronda. Cruzaron el puente este por el que pasaba un pequeño rio. Los críos del carromato miraban al agua escuchando el sonido de la corriente, cuando pasaron el rio, pararon, Erum y Alamar se giraron y en su dirección se pronunciaron.

   ― Ésta noche debéis de acampar aquí afuera. Debo informar a mi Nhekâm de vuestra llegada para que no cree alboroto alguno ―dijo Erum.

    ― Pero ¿Los lobos? ―miró preocupado Kitero.

  ― No ha de preocuparse mientras no crucen el rio, además las patrullas de exploradores protegerán los alrededores del pueblo.

   ― Bueno está bien, y muchas gracias por traernos ― confirmó Kitero.

   Se iban a marchar al interior del pueblo cuando Alamar vio entre los hijos e hijas de Kitero, bajando de un carromato, a una joven de largo cabello rojizo y hermosas pecas. No la había visto antes y se quedó anonadado ante su imagen, la joven le miró y sonrió. Él sonrió también como atontado.

   ― ¡Alamar vámos! ― gritó Erum.

   Este salió del trance en el que estaba y se dirigió con su hermano hacia el pueblo.       Los dos pasaron por la taberna de Offa, ahora cerrada, en donde ocurría algo interesante en su interior entre el viejo Offa y Nezreth.

   ―Tóma, espero que te valga, es lo más grande que tengo. Perteneció a mi abuelo, este algo entrado en carnes, ¡jejeje! ― le ofreció Offa.

   Nezreth se quitó las mantas y se probó el pantalón de cuero y la camisa de lana que le ofreció el anciano Nezarin. Le quedaba algo justa pero mejor que las mantas eran, aunque seguía descalzo.

   Offa oteó los enormes pies de Nezreth y negó con rostro y habla.

   ― Lo siento, no tengo unas botas tan grandes, pero tranquilo mañana te harán ropa a tu medida seguro y más aun después de lo de hoy. Me los imagino chismorreando por lo ocurrido de hace poco. ― Offa se sentía extraño siendo tan amable con Nezreth, pero su motivo tendría.

   Se sentaron en la misma mesa que tuvo hace un rato a Ramios tumbado y comieron algo que preparo Offa.

   ― ¡ Espero que te guste !, es carne de cerdo y conejo, con hongos cogidos por mí, jejeje ―dijo Offa sonriendo.

   Nezreth comió, la verdad es que estaba bueno. Offa vio como devoraba la comida el Titán carmesí con ansia.

   ― ¿ Tienes hambre ?, parece que llevaras sin probar bocado mucho tiempo.

   Nezreth observó a Offa, al cual se le hizo un nudo en la garganta con la mirada que le lanzó el coloso carmesí, pero al rato sonrió y expresó.

   ― Me gusta tu comida ― cogió la botella que había de Quema gargantas y dió tres largos tragos. ―Tu bebida más.

   Offa sonrió por un momento, pensó que lo había ofendido.

   ― ¿Es verdad que vienes de la cima de Roca de plata? ―se pronunció Offa sin pensar.

   A Nezreth lo sorprendió la pregunta, aunque siguió comiendo más pausadamente.

   ―Sí Offa , vengo de allí y allí es donde está nuestro dios.

   Offa sonrió creyendo que le estaba tomando el pelo, pero al instante de ver que Nezreth lo decía en serio, dejo de sonreír y contestó.

   ― ¿Es broma? ¿Verdad?

  ― En absoluto, yo soy el único hijo de la divinidad que se alberga en la cumbre y ella me ha enviado aquí, que me creas o no, es cuestión tuya.

   Offa le dió un trago largo a la botella y se quedó perplejo.

   ― ¿Y qué es lo que quiere tu dios? ―preguntó Offa.

   ―Tengo una ligera idea de los planes de la Llama, pero solo ella sabe nuestro destino, ¡y ahora el de todos los Nezarins!

   Offa se quedó pensativo por lo que le dijo Nezreth, mientras que este comía tranquilo como si todo lo que había dicho lo dijera con total veracidad. Offa dudo por un instante si hizo bien en dejar quedarse al Titán carmesí, incluso viendo lo que habia pasado al mediodía. Entonces Nezreth preguntó.

   ― Offa. ¿No tendrás algún mapa de la zona?

   Tardó un poco en reaccionar y contestó ―Sí, si tengo uno de todo el territorio Nezarin.

   ― ¿Podrías traérmelo? ―dijo Nezreth ya acabando el plato.

   Offa lo miro sorprendido.

   ― ¿Ahora mismo?

   ― Claro, que mejor momento que este ―Nezreth apartó el plato hacia un lado y le observo con aquellos penetrantes ojos verdes.

   ― ¡Claro, ahora voy! ― Offa se levantó algo intimidado y regresó al poco con algún tipo de pergamino envuelto en un cordón negro. Hicieron un sitio en la mesa y extendieron un mapa.

   ― Este mapa ha pasado de generación en generación en mi familia hasta mí, es uno de los pocos que hay tan bien detallados de todas las zonas conocidas. Mi padre fue un gran explorador y ésto fue uno de los legados más valiosos que me dejó ―por un instante recordó a su antepasado, pero enseguida recobro la lucidez y prosiguió.

   Nezreth observó el mapa con detalle, mientras Offa le explicaba todo el territorio Nezarins que allí estaba grabado.

   ― Veras, todo el terreno Nezarin está rodeado por una cordillera infranqueable, más o menos en forma de anillo. Montañas con peñascos afilados como cuchillas y enormes riscos, sin pasos al otro lado. ¡Que se sepa nadie la ha cruzado nunca! A este vasto territorio se le ha impuesto el nombre de Tierras yermas ―se tomó un segundo y prosiguió ―. Dentro de este anillo se dividen tres importantes localizaciones; Nahur al oeste, Kalam Dhur al este y partiendo casi estos dos por el centro Yegodal. Pocas son las ciudades independientes en estos territorios, pero cientos son los pueblos y pequeñas aldeas que las habitan, aunque como ves solo están grabados los asentamientos más importantes. Empezaremos por este último que es donde nos encontramos.

   En el norte se encuentra Taran, es donde nos encontramos ahora mismo. Aquí está Roca de plata ―señalando la montaña con el dedo ― y en ella la única mina de levanita de la zona.

   ―Offa paró y miró a Nezreth, éste contempló la montaña casi con devoción ―. Al suroeste, a unas nueve leguas a caballo, está Issurk considerada una pequeña ciudad, casi todos los de allí son recolectores y comerciantes, gran comercio hay en ella. Al igual de camino, pero al sureste, esta Atón, hay buenos caballos en esos valles y fértil tierra de cultivo. Estas dos ciudades son mucho más pobladas que Taran, aunque este pueblo es el más habitado de todo Yegodal y algunas veces vienen de las otras ciudades para trabajar en la mina, así sacándose algunas monedas ― paró un poco para dar un trago, tras saciar su sed continuó.

   ― Aquí está Cyrgul, Ciudad de recaudadores se hacen llamar. ¡Los muy cerdos! Es la más poblada y la que posee el mayor ejército de todo el territorio central. Las demás ciudades y pueblos de Yegodal debemos pagar impuestos a Meronai, Vhadhák de Cyrgul, aunque no le debemos ningún tipo de servidumbre ni lealtad. Él dice que nos protege de los peligros que acechan el vasto territorio y de los demás jerarcas fuera de este, pero ya ves; Aquí, por ejemplo, ¡tenemos una plaga de lobos de las llanuras y no aparecido ni un solo soldado de este maldito bastardo!, eso sí , manda a sus recaudadores para llevarse gran parte de plata, Levanita, comida, aparte de otras cosas ― señalando el Quema gargantas ―. Aunque realmente lo único que le interesa es la mina y por eso ningún otro Vhadhák la ataca, porque tendría problemas con él ― dió un largo trago el viejo Nezarin, luego prosiguió con apresurada lengua.

   ― En Taran estamos hartos de esta situación, pero no podemos hacer nada y si no recibe lo que quiere… ― Offa se destapó parte de la ropa del hombro para dejar ver unos latigazos.

   Nezreth contempló a Offa enojado, aunque no era con él. Offa sintió un escalofrió por la espalda y se tapó el hombro.

   ― Sigue ― le propuso Nezreth.

   El anciano prosiguió con su historia.

   ― Al sur de Cyrgul, se encuentra el desconocido Bosque de zarzas, aterrador sitio donde habitan los Jinetes de espinos, quienes cabalgan monstruosidades recubiertas con unas armaduras afiladas y puntiagudas. ¡Mantienen en secreto las entrañas del bosque y sus misterios! ― Offa abrió los ojos en señal de asombro y tras un pequeño momento de espera, avanzó en su dialogo.

   ― Al oeste de Yegodal se encuentra Nahur y en este hay tres grandes Vhadhák que regentan con puño de hierro sus ciudades. Al norte de Nahur está la ciudad de Kiritt, donde gobierna Sírzio, éste posee pequeñas minas ricas en plata y un gran ejército de leales soldados, además aquí están los Pantanos de los Moradores, un enorme territorio en el que se extienden miles de ciénagas y en las que rigen enormes criaturas, ¡gigantescas y asquerosas babosas! ; Muchos viajeros han yacido en ellas por ser aventureros temerarios y todo por su semilla ― Offa se acercó a Nezreth y le dijo ― ¡Dicen que es un potente afrodisíaco! ¡Jeje, eso dicen! ―le expresó con una sonrisa de oreja a oreja.

   Offa se quedó un poco transpuesto con una ceja más arriba que otra, mirando el limbo, cuando Nezreth advirtió que estaba bastante ebrio y exclamó

   ― ¡Offa, Offa, continua!

   Este recuperó algo la compostura y fue agarrar el Quema gargantas, cuando Nezreth se lo quitó y le señaló el mapa. Offa le miró algo indignado y prosiguió a regañadientes, la verdad es que se dió cuenta de que la botella estaba ya vacía.

   ― Al sur está Suruk, ciudad de soldados, hijos del acero y la espada. En ella se encuentra la Legión roja, terribles y fieros guerreros disciplinados habitan aquí, los más letales de Tierras yermas; Regida por el reciente Vhadhák Moldovar, hijo de Tar Drekan, éste último asesinado misteriosamente hace dos inviernos. Con eso no quiero decir nada, ¡claro esta!

   Nezreth le miró extrañado y le expresó.

   ― Offa, me pregunto ¿Cómo sabes tanto de los Nezarins?

   ― Verás Nezreth, llevo mucho tiempo en Taran y por suerte tengo una taberna en este pueblo, donde pasan muchos viajeros, sedientos y cansados. Con buena bebida y buen oído uno escucha muchas historias, el problema es diferenciar cual es verdad y cual mentira, eso solo lo da la experiencia, amigo mío ― la confianza del viejo hacia Nezreth subió mucho, también gracias a la bebida que tomaban.

   ― ¿Y crees en mi historia, viejo?

   Offa se le quedó observando a los ojos, Nezreth no desvió la mirada, al rato Offa tuvo que apartar su vista de la mirada penetrante de Nezreth.

   ― Creo que tus palabras son sinceras, pero veo en tu mirada poder y eso me da miedo.

   Nezreth no quería asustar al viejo, era una fuente muy buena de conocimiento, asique relajo el ambiente.

    ― ¿Sábes lo que necesito ahora?

    ― ¿El qué? ―preguntó Offa sorprendido.

    ― Un buen trago de otra botella de alcohol ― este sonrió.

   Offa se quedó callado, señaló a Nezreth con el dedo meneándolo, se acercó a la barra y saco otra botella de cerámica del licor, se sentó y sirvió en los dos vasos. Bebieron y la tensión de hace un instante se desvaneció, entonces Offa dijo:

   ― Bueno, ¿por dónde íbamos?

   ― Por Moldovar, Vhadhák de Suruk.

   ―¡Ah, sí, Moldovar! El nuevo Vhadhák del sur de Nahur, mejor no conocerlo, es un déspota y perro arrogante, aunque como ya he dicho dueño de la legión roja y eso le hace muy peligroso. Por último, ¡Orgón! ― señaló la ciudad central de Nahur ―, la Inexpugnable. El Vhadhák que hay allí es uno de los más poderosos, domina todo el paso de comercio que viene del norte al sur y del sur al norte de Nahur ―señaló ambos movimientos en el mapa con el dedo ― se hace llamar Odeón.

   ― ¿Por qué la has llamado la Inexpugnable? ― preguntó Nezreth.

   ― Allí se encuentra la mayor ciudad fortificada de todo el territorio Nezarin, jamás se ha asediado con éxito. Las historias que se ciernen sobre esa enorme fortaleza cuentan que una enorme roca cayó de La bruma y se incrusto en la tierra, tal fue el estruendo que hizo temblar colinas y valles, resquebrajando el suelo como una ascua sobre la nieve. Un antiguo antepasado de Odeón, Orgón, ¡casualmente la fortaleza se llama igual que su primer Vhadhák! ― expresó con entusiasmo Offa ante el inexpresivo gigante rojo, a continuación, el viejo Nezarin siguió hablando ― En un acto de iluminación creyó que era una señal, así que fue el primero en empezar a construir el enorme castillo. Cientos de Nezarins trabajaron día y noche durante mucho tiempo y cientos de vidas segó aquella descomunal construcción. Ni Orgón ni el vástago de este, Artéus, llegaron a verla terminada, solo el hijo de Artéus, Sarghus, padre de Odeón, llegó a la culminación de esta ciudad y como tradición se le puso el nombre de Orgón, ¡pero bueno, son solo historias que se cuentan! Estos tres Vhadhák son los más ricos, avariciosos y poderosos de Tierras yermas, es más si se unieran los tres nadie les podría parar, pero por suerte para todos, tienen el puño tan metido en el trasero unos a otros que no se los pueden sacar. ¡Será mejor que no los enfades!

    ― Intentaré no hacerlo ― comentó Nezreth ― pero no te prometo nada.

   ― Bueno y por último Kalam Dhur, terreno de traidores y mezquinos, algunos la llaman “Tierra de todos”. Prestos a matarse los unos a los otros, lugar donde hay más muertes y desapariciones. Ves las ciudades del norte, todas ellas plagadas de mercenarios y ladrones, cambiando de jerarcas una y otra vez. Cientos de Nezarins se han sentado en sus tronos, tantos nombres para nada, imposibles de recordar.    ¡Envenenados, quemados, apuñalados!, para que su mismo verdugo ocupe su lugar, incluso hay un dicho que dice:

   <<Durarás menos que un Vhadhák de Kalam Dhur>>

   ― Este es un territorio algo caótico, eso por suerte para nosotros nos quita el problema de preocuparnos por ellos, ¡aunque tienen las Nezarins más bonitas que hallas visto nunca! Las ciudades del sur son también del mismo pasto, asique te puedes hacerte una idea de lo que te puedes encontrar si viajas allí ―expresó Offa mientras sonreía a Nezreth, entonces dió un trago y se levantó estirándose la espalda.

   ― ¡Huumm!, ya estoy algo cansado, me iré a dormir. Puedes coger cualquier habitación de arriba menos la del fondo que es la mía, buenas noches ―se despidió el viejo.

   ― Buenas noches, yo seguiré viendo un poco más el mapa si no te importa ―dijo Nezreth.

   ― ¡Sí, sí, lo que quieras! ― subió los primeros peldaños, cuando se dió la vuelta y se dirigió a Nezreth, éste le miro y Offa cogió la botella de la mesa, sonrió y volvió a subir.

   Nezreth se quedó de pie admirando el mapa, sus bosques, ríos y montañas, valles y estepas , además de las diferentes ciudades estado de Tierras yermas, tranquilamente escudriñó todo el plano. Se le olvidó mencionar a Offa sobre lo de La bruma, la cual parecía extenderse por la cordillera exterior de todo el territorio Nezarin, incluyendo sus cielos, cuando de repente en su mente sonó la débil voz de su dios.

   <<Uneloooss>>.

   ― Así se hará.